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La percepción general es que los manglares son lugares difíciles; por no decir inhóspito y puedo afirmar que, así lo son. Pero como cada cosa en este mundo no se puede valorar algo sin conocerlo profundamente y son los manglares un tesoro oculto.

 

El tesoro escondido, para un ojo entenado, es maravilloso entender lo diferente que son cada uno de los sitos. Tan solo en la estructura de sus árboles y la fauna acompañante de estos árboles. Y recordar que están allí ofreciendo refugio, protección y alimento a mucha fauna de la cual nos beneficiamos.

 

En sus entrañas poder medir los árboles y colectar el suelo, para además poder mostrar su papel en el complejo sistema de gases que afectan el ambiente en que vivimos.

 

Una vez más caigo ante la tentación de descubrir ese tesoro, por lo que desde el 2015 me uno a un equipo de profesionales para levantar en conjunto un protocolo para la medición de carbono en este ecosistema. La meta era desafiante especialmente al visualizar las salidas de campo.

 
      Tania Romero en el lodo

Si, esas salidas de campo, esas que sabes que te expondrás a largas horas en ese hermoso bosque. Donde eres envuelta en las ganas de rendirte porque tus pies húmedos y cansados ya no pueden dar un paso más sin pedirle permiso al otro. O perderte le belleza de llegar al final del camino y poder apreciar su grandeza.

 

Así como profesional de la biología y ecología recibo inspiración y autosugestión para resistir y mantener actitud alegre durante cada una de las visitas a este desafiante ecosistema, como si fuera el mar.

 

Tania Edith Romero

 

UNDP Panama

      Tania Romero profundamente en el lodo
         
         
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